Una
revolución político social tiene siempre dos vertientes… el lado positivo, con
los cambios de estructura política y social a que se destina, pero, inevitablemente
tiene el lado menos positivo … la pérdida de valores … más tarde se recuperarán …
pero esto afectará, al menos, dos generaciones.
Soy católico por bautismo, creyente a
mi modo… Las religiones, cualquiera de ellas, son de los mejores vehículos de transmisión
de valores humanos.
Por valores entiendo conceptos
fundamentales de conducta como honor, dignidad, honestidad… entre otros… y los
dos más universales: el respeto por la vida humana, (del mandamiento “no
matarás”), la consciencia de que nuestro “mundo” coincide y se mezclan con
otros “mundos”, que depende de todos la buena interacción y convivencia… y la
familia.
La familia es, por su turno, otro
gran transmisor de esos valores.
He regresado ahora mismo de una semana
de vacaciones en Portugal, y ahí sentí el poder real de la familia. Conseguí
reunir algo como 5 generaciones, entre abuelos y nietos.
Quedó bien patente como es crucial el
paso de informaciones de datos, de conocimientos y todo un círculo vital con
extremos entre los 80 y los 8 años de edad.
Yo no sé si las crisis unifican más las
familias, o, si, por otro lado, las familias son el gran soporte de las crisis…
La verdad es que, en tiempos revueltos,
la familia es, sino el motor, al menos el carburante añadido que permite
mantener en funcionamiento los valores indispensables para todos nosotros.
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