Viernes
... dos de la tarde … inicié viaje … un viaje que sería todo un
descubrimiento … un fin de semana en Vejer de La Frontera.
Solo
la historia de Vejer, ya me impresionó en el momento de programar
este viaje …
Se
ha podido comprobar que Vejer
estuvo poblada desde principios del Paleolítico y que ya estaba
fortificada en la Edad del Bronce.
Se
han hallado restos preromanos del siglo VII a.c, debajo de las
murallas actuales, y se sabe que en ese tiempo se denominó Besaro.
Más
tarde, durante la etapa romana pasó a denominarse Baesippo.
En
el 711 pasó a manos musulmanas tras la batalla de la Janda, en la
cual los musulmanes, comandados por Tarik, derrotaron a Don Rodrigo.
Durante
cinco siglos y medio permaneció bajo dominio musulmán, entonces le
llamaban de Besher. Aún hoy quedan vestigios, como la puerta del
castillo (Siglo XI), parte de las murallas y el entramado de sus
calles.
Vejer
volvió a manos cristianas en el año 1250, reinando Fernando III "El
Santo".
En
junio de 1264, tras una revuelta en la que tomaron por fuerza el
castillo, los musulmanes volvieron a tomar el control.
En
agosto de ese mismo año, los cristianos contratacan expulsando a los
mudéjares, lo que terminaron consiguiendo en 1285.
Para
consolidar el control de Vejer, ese mismo año, Sancho IV concede a
la Orden de Santiago el señorío sobre Vejer … pero … dicha
orden nunca tomó posesión de Vejer.
En
1307, pasa a ser señorío de Guzmán, el bueno, que desde 1299 era
ya dueño del señorío de las almadrabas de toda la zona del
Estrecho de Gibraltar, y tras tomar Tarifa, se convirtió también en
el defensor del Estrecho, llegando a ser dueño y señor, después
del rey, de estas tierras.
De
él heredarían los Duques de Medina Sidonia.
En
la Edad Moderna el pueblo se enfrentó, con Juan Relinque a la
cabeza, contra los Duques de Medina Sidonia por el control de las
tierras comunales, denominadas Hazas de Suerte.
En
1976 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico.
Con
esta “carga histórica” llego yo a lo alto de la cuesta que me
permitió entrar en la que justamente llaman “ la ciudad blanca”
.
De
inmediato me quedé sin palabras … una belleza de casas blancas
dispuestas en un enredo de calles estrechas, muchas de ellas
peatonales.
Cada
calle, casi cada casa, era como si nos quisiera hablar de si misma,
de sus memorias, y, levantando un poco la vista dos cosas me llaman
la atención … la iglesia … y las murallas.
Pero
empieza a atardecer y se adivina lluvia.
La
casa rural, previamente escogida, se encuentra en una de las muchas
calles peatonales … empieza a llover …
La
tormenta de los cielos se cruza con el tormento de arrastrar las
maletas de pequeñas ruedas por las calles empedradas hace muchos
siglos.
Pero
llegamos … a la mitad de la estrecha calle una luz y un cartel …
Casa Leonor …
Bastó
pasar el portal para olvidar todo eso …
Nos
quedamos impresionados con la belleza del edificio … rasgos
modernos en perfecta armonía con la arquitectura antigua … algo
solo visto en películas o libros …
Nos
recibió Gustavo, uno de los dueños.
Subimos
a la habitación de la tercera planta … mojados … fríos … y un
suelo muy bonito … pero de piedra … tan fría como el fin de
tarde …
Media
hora después, con la calefacción y la tele encendida olvidamos el des confort inicial.
Bajamos
a comer algo y encontramos un sitio altamente moderno, en plena
historia local … El Central, cervecería y tapas.
Es
como, de repente, si entrase en un mundo totalmente diferente.
El
Central es obra y trabajo de una familia, en que por la mano de su
chef su dueño, Salvador Trujillo Escudillo, hace renacer la más
tradicional cocina andaluza …
Se respira, aquí, una tranquilidad que nos da la seguridad de querer volver
… y así fue.
No
sé si fue coincidencia … pero hasta la lluvia paró mientras
saboreábamos unas zanahorias aliñadas, un lomo mechado, un estofado
de carne y unas tortillas exquisitas …
Después
volvimos a la casa Leonor. Había que descansar y prepararse para un
día de exploración.
La
noche fue acogedora y relajante. Por la mañana abrimos las
cortinillas de la ventana y … otra sorpresa … unas vistas
maravillosas que se estiraban por kilómetros y kilómetros … un
verde intenso salpicado de cuando en cuando por un grupo de pequeñas
casas … paradisíaco …
El
desayuno del hotel tuvo aquel sabor familiar que casi nos hace sentir
en casa … claro que para eso Paco contribuyó mucho, otro de los
dueños que entre otras cosas nos contó que los Moura, conocida
familia portuguesa aficionada al mundo de la tauromaquia, los
visitaban todos los años en Febrero … y para confirmarlo había
unas fotos en la pared, debidamente autografiadas …
Bajamos
al coche. El camino que la tarde anterior me pareció tormentoso
ahora se hizo rápido y encantador.
Había
una ruta que hacer … y empezamos …
Primera
parada … el faro de Trafagar …
Datado
de 1860, posee una altura de 34 metros y se levanta a cerca de 51
metros sobre el mar.
Lo
hemos encontrado en un pequeño islote de arenisca situado entre las
ensenadas de Conil y Barbate y en Caños de Meca.
En
1793 después de ser guillotinado Luis XVI
España declara la guerra a Francia entrando en la coalición
antirrevolucionaria, aunque en 1794 se hace evidente que la coalición
es incapaz de forzar la resistencia de la Francia de la Convención y
algunos gobiernos creen prudente poner fin al conflicto.
España
firma la paz en Basilea
donde recupera todos los territorios perdidos durante la contienda
excepto la zona oriental de la isla de Santo Domingo. Gran Bretaña,
todavía en guerra con Francia, no está conforme con las condiciones
de este tratado y presiona a España para que se alíe con ella.
En
cambio, el
Gobierno
español firma con Francia el tratado de San Ildefonso el 18 de
agosto de 1796 declarando la Guerra a Gran Bretaña.
La
reacción no se hizo tardar …
A
21 de octubre de 1805, delante del cabo de trafagar muy
cerca donde hoy esta el faro, ocurre una tremenda batalla naval.
Para
visitar este faro hay que dejar el coche a cerca de 1 km, pagar 2€
por el aparcamiento y ir a pie por una carretera ladeada por dunas
de arena y pequeñas lagunas de agua salada.
Las
vistas son preciosas … vale la pena.
Próxima
parada Barbate, otro punto central de la historia local.
En
el siglo V antes de Cristo ya escritos griegos hablaban de esta
región.
Más
tarde los romanos dejaron escritos sobre el puerto de Baesippo en la
desembocadura del río Barbate, que se convierte pronto en un
próspero enclave debido a su industria pesquera y de salazón
heredada de los fenicios.
Con
la caida del imperio romano y el
triunfo del Cristianismo sobre las religiones paganas y el predominio
del mundo rural sobre el urbano ambos se van a hacer patentes aquí
con la fundación de varias ermitas, entre las que destaca la de San
Paulino.
Alfonso
XI (mediados del XIV), establece el perdón a los homicidas que
vengan con armas a Tarifa un año y un día, para protección local …
muchos lo aprovechan.
Las
hazas de la Suerte formaron parte de aquellos incentivos que
concedieron los reyes en su deseo de proteger la frontera y repoblar
la zona.
A
finales del siglo XVIII llega a Barbate un maltés llamado Pablo
Mallí, primero de los sucesivos inmigrantes que irán conformando el
carácter del pueblo.
A
principios del XX Serafín Romeu Fages, culto, burgués monárquico y
liberal mostró interés en la mejora del pueblo y costeó o ayudó a
financiar varios edificios, como el Pósito antiguo o el actual
C.E.P. de Barbate.
La
villa contempla un apogeo económico y social sin precedentes,
superando en población a Vejer.
De
la memoria colectiva de Barbate hacen parte nombre como el escritor
Miranda de Sardi, el empresario Aniceto Ramírez, el farmacéutico
Tato Anglada... Ellos promovieron la salida a la luz pública de tres
diarios: El Heraldo de Barbate, La Independencia de Barbate y El
Destello.
En
1961 se inaugura el puerto pesquero, empañado pocos años después
por las medidas restrictivas marroquíes en relación con sus
caladeros.
Pero
se nota que el turismo superó la actividad pesquera como principal
movimiento económico de Barbate.
Volvimos a Vejer, queríamos caminar por las calles de historia viva en cuanto el sol se hacía presente.
Entretanto
empezamos a pensar en la cena. Optamos por un restaurante italiano.
Bajando
a la Plaza de San Francisco encontramos la pizzería La Morita, junto
al mercado de abastos.
Ambiente
tranquilo y simpático, empezó por parecernos una pizzería normal y
corriente … pero solo hasta que nos presentaron el primer pedido …
trozos de pan con jamón y berenjenas … exquisito … delicioso …
y las pizzas después … divinas … sabrosas …
Y
de repente, olvidamos el frío que hacía fuera y entraba por el
salón cada vez que se abría la puerta … perdonamos algún que
otro problemita con la extracción de humos … sinceramente … vale
la pena … y lo aconsejo seriamente.
No
tenemos dudas que los hermanos Jordi y Jesús han conseguido un buen
local.
Después
de una noche tranquila y del ultimo desayuno excelente en la Casa
Leonor, nos faltaba una última visita … la ermita de Nuestra
Señora de la Oliva.
En
el lugar de la actual ermita, se levantaba una basílica cristiana,
consagrada en diciembre del año 678 por el obispo asidonense
Teodoracio.
La
basílica había sido dedicada a los santos mártires Esteban,
Servando, Germán, Justa y Rufina.
El
templo cristiano primitivo se debió restaurar, y se reabrió al
culto tras la conquista castellana de Vejer, en 1264.
Posiblemente
a mediados del siglo XIV, la ermita se acoge a la advocación de
Ntra. Sra. de la Oliva.
En
la segunda mitad del S.XV ya existía una cofradía con la
denominación de Santa María de la Oliva.
En
1755 el terremoto de Lisboa deja marcas en gran parte de Andalucía.
La
ermita sufrió grandes daños cuyos resultados aún hoy están
visibles.
El
santuario acoge la imagen de la Virgen de la Oliva (patrona de Vejer
de La Frontera) que fue esculpida por el sevillano Martín Alonso de
Mesa en 1596. La Virgen fue coronada canónicamente el 15 de Agosto
de 1996.
Había
que volver a casa … pero no antes de un café reparador en La
Central.
Atrás
dejamos VEJER … un Pueblo Blanco cargado de belleza que seguirá
siendo memoria en nuestro futuro.
Solo deciros que no hago cualquier comparación entre las empresas de que hablo y otras existentes en Vejer de la Frontera. Hablo de lo que conozco.
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