Siempre me han gustado
los desafíos … y, en verdad, me falta todavía hacer algunas cosas en mi vida …
unas confesables … otras … no tanto …
Hoy he conseguido concretizar un sueño de
muchos muchos años.
Como siempre, mi esposa, mente
culturalmente inquieta, me ha dado una sorpresa …
Por la mañana nos dirigimos a Mazagón en
pleno Parque Natural de Doñana.
Ahí me esperaba, por primera vez en 52
años, la difícil tarea de montar un caballo.
La experiencia ha sido inolvidable.
La organización fue del grupo RUTAS
ECUESTRES MAZAGÓN, S.L.
Llegué cerca de las 10h, con la ilusión de
un niño que va, por primera vez al cine …
Primera pregunta : “Tienes experiencia con
caballos?”
Contesté sin pensar : “Caballos sí … pero, de motor de
coche …”
Se me quedaran mirando … pero yo estaba diciendo
la más pura verdad.
Pero no era el único. De los 5 que
estábamos para el paseo solo mi mujer y otra persona habían tenido algún
contacto con esos potentes animales.
Empezaran las explicaciones básicas.
Primero un poquito junto al animal… para romper el hielo.
Sin mucha convicción me acerqué y toqué su cuello … unos ojos enormes
me miraran fijamente … sentí una descarga eléctrica me recorrió el cuerpo …
Me cautivó con esa mirada.
Siguieron las explicaciones.
Pie izquierdo en el estribo, impulso de cuerpo y montar … mano
izquierda en las riendas, palma de la mano hacia abajo, dedo meñique entre las
dos tiras de cuero … mano derecha sobre mi pierna … punta del pie hacia arriba
y talón para bajo …
Empecé por sentirme Curro Jiménez, montando
un joven caballo, pura sangre andaluz…la verdad mi mayor preocupación era
mantener el equilibrio, y montaba una yegua … guapísima, llamada … imaginen …
Castaña.
Ya no era curro Jiménez … ahora me sentía
un mercader árabe, cruzando el bosque rumbo a algún mercadillo de la zona de
Matalascañas …
Castaña y yo nos llevábamos a la perfección…
de cuando en cuando le acariciaba su crin y le hablaba … pienso que me
contestaba … pero no estoy seguro …
Delante de mí la guía,
una responsable de la muy buena organización, y también de las explicaciones
iniciales, nos llevó hasta un promontorio donde se veía el mar. Fantástico…
Ahí me sentí un soldado romano, montando su
caballo y observando el horizonte en busca de algún barco enemigo…
Bajar desde ese mirador hasta la playa fue
algo impresionante … pero Castaña demostró tener un motor de gran potencia y
mereció que la mimase todavía más.
La llegada junto al orilla fue otra
sensación de película … entramos por el mar … paso lento … y Castaña, con agua
por las rodillas parecía encantada …
Entonces me sentí como Antonio Banderas,
montando su caballo blanco, cabalgando por la playa en busca de su dama, como
en un anuncio de la tele … solo que yo montaba una yegua marrón y mi dama venia
mismo detrás de mí, montando a Indio, un caballo blanco y marrón.
Subimos y volvemos al punto de partida
cerca de dos horas después de iniciar la aventura.
Al bajarme me fue difícil alejarme de
Castaña … que ahora me miraba sin reservas … no me pude resistir a abrazarla …
Increíble cómo se siente la ligación
directa persona-animal … y como nos devuelven el cariño que les dispensamos.
Para la organización Rutas Ecuestres
Mazagón una palabra de agradecimiento, un deseo de felicidades futuras y la esperanza que continúen este excelente
trabajo …
Aconsejo vivamente … si queréis vivir
idéntica experiencia entrad en www.rutasecuestresmazagon.com …
El precio,os prometo, será otra sorpresa.
Las ganas que he tenido, al llegar a casa de escribir esta
crónica solo son superadas por las ganas de volver … y de nuevo cabalgar por
esos montes …
... Castaña y yo...
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